Por María De Vicente Hoyo
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24 de noviembre de 2023
Nunca se está preparado . No podemos ni igualar a los familiares directos de cada residente porque estaríamos mintiendo. Pero cuando llevas tiempo trabajando en una misma residencia , esta se convierte en una gran familia, ya que pasamos muchas horas al día con ellos, siendo sus pies , sus manos, sus oídos, ojos… aunque suene un poco a tópico estamos cuando se levantan, cuando comen, cuando se acuestan, en sus momentos del día más felices y también en los más tristes . En esos momentos ya sean los felices o los tristes, escuchamos la historia de su vida, resumida en momentos agradables y felices, pero también momentos de gran dolor para ellos . Y créeme que son historias muy duras de oír y con los ojos llenos de lágrimas le sonríes y sigues con tu trabajo intentando que su vida ahora que está con nosotros sea lo más agradable y confortable posible. Pero cuando llega el momento en el que uno de nuestros residentes fallece, siempre deja en nosotros un pequeño gran vacío, que siempre quedará en nuestro recuerdo. Ya sea por su mal carácter, su buen humor , su ternura, por miles de cosas que te aporta cada uno de ellos . No a todos los recuerdas igual, está claro, con unos tienes más empatía que con otros, como pasa en la vida fuera de la residencia. Intentamos apoyar a los familiares en esos duros momentos y cuando nos despedimos, quizá ya para nunca volver a vernos, ahí también se agranda un poco más el vacío que deja el residente al fallecer , ya que también dejamos de ver a su gente, con la que después de mucho tiempo hemos vivido buenos momentos. Los más populistas dirán que enseguida otro vendrá y ocupará su lugar, y claro que sí , eso pasara , pero los recuerdos siempre quedarán. Normalmente en las residencias las habitaciones son iguales, pero cada residente pone su esencia, sus objetos personales, su olor y cuando se van esa habitación pasa a ser como las demás. No todos los residentes dejan en cada uno de nosotros la misma huella, pero si de alguna manera dejan huella. “ NUNCA SE OLVIDA A UN SER QUERIDO SOLO SE APRENDE A VIVIR SIN ÉL “ Raquel Domínguez